Resulta muy fácil prepararlos, en mi memoria siempre está el recuerdo de los mejillones que cocinaba mi madre; a la marinera, con sólo un poco de vino blanco, cuando los hacía para su paella dominguera, cuando utilizaba el caldo que salía para cocinarla…
Y es que no tienen mucho
secreto, se trata de un producto barato y sabroso. Yo suelo limpiarlos con agua
y sal antes de cocinarlos. Nos encanta comerlos en casa con pasta fresca y un
poco de parmesano. Les añadimos un poco de vino blanco y laurel.
Si tengo que pensar en
los que me hayan quedado en la memoria últimamente nombraría los que tomé en La
Sal, un restaurante en la playa de Mataró, ofrecen un producto muy cuidado
y de proximidad , mejillones con hinojo. Tampoco hay que olvidarse de un
clásico en Barcelona, La Muscleria, para esos días donde solo quieres un gran
plato de mejillones acompañados de patatas fritas.
Resulta tan sencillo
hacerlo que puede ser incluso mágico para los que se creen incapaces de
cocinar, incluso para los más vagos se pueden comprar ya limpios (no seáis
vagos y destinad un poco de tiempo a ellos). Lo único que hay que hacer es ir
limpiando superficialmente los hilitos incrustados.
Ponerlos en una olla con
un trozo de limón, un par de hojas de laurel y si se quiere un poco de vino
blanco, tapar y dejar que hagan chup chup con su propio vapor unos cinco minutos.
Bon profit!!