22.11.13

gingerbread biscuits, distinto




Jengibre y canela son dos aromas que siempre me han gustado, creo que podría hundirme en un vaso a rebosar de ellos e hibernar unos meses. Últimamente estoy pensado en el concepto de "déjà vu". A mi los olores y los sabores me provocan poder recordar otras situaciones, me transportan, no sé si lo podríamos definir exactamente como un déjà vu pero es esa sensación de poder viajar en el tiempo y que como un regalo vuelves a experimentar aquello que ya viviste y lo que te provocó. Y que bonito es experimentarlo o que doloroso es a veces también. Porque el peligro de que algo nos transporte a algo ya vivido es llegar a confundirlo con lo pasado y no con lo presente. Así que uno tiene que mantener los sentidos lo suficientemente despiertos como para poder diferenciar lo que la canela y el jengibre nos hizo vivir y lo que ahora nos provoca, que cada experiencia siempre es distinta.

Y yo estas galletas ya las he hecho varias veces con distintas recetas, me pasa un poco como con la tarta de zanahoria, buscando el sabor  y textura que soñé.

Esta receta, para no perder la tradición es de mi libro preferido "Breakfast, Lunch, Tea" de Rose Bakery.

Sencilla, sencilla y perfecta para hacer con mucho amor en un fin de semana lluvioso que parecía no tener fin.

125 gr de mantequilla sin sal  (uno de los secretos de esta receta es comprar una buena mantequilla, invertir en ella)
90 gr de azúcar moreno
1 huevo batido
370 gr de harina
1 cucharadita de bicarbonato de soda
1/2 cucharadita de sal
1 cucharada grande de jengibre en polvo
1 cucharada grande de canela en polvo

¿Y como quedaron? Pues distintas, deliciosas y únicas. 


Bon profit!

13.11.13

origen


Siempre me ha gustado saber como han sido los comienzos de las historias, que la gente me los cuente. Nunca te puedes llegar a imaginar de donde salió algo o como alguien llegó a eso. Normalmente son inesperados, accidentales o se estaban gestando sin ni siquiera sospecharlo, sin saber que uno iba a llegar a allí (bonito), y a mí esa sensación de no saber como vas a acabar el año me encanta (dulces sorpresas ocurren), los que me conocen ya saben que normalmente suele ser de una forma bien distinta a como lo empecé. Uno puede tomarse eso con angustia o con alegría por no saber cuales serán las sorpresas, yo normalmente me decanto por la segunda.
Pues a mí me ocurrió algo parecido con este blog. Sí que sabía porque lo empezaba, pero que iba a continuar durante estos tres años y que iba a cocinar, aprender y disfrutar tanto, pues no.
Mi madre cocinaba de una forma espectacular y de allí se cultivó el gusto de toda la familia por la comida, las grandes comilonas y disfrutarlas. Comer se convirtió en algo que acompañaba todos los buenos momentos con sus recetas.
Cuando ya no estuvo nos seguimos reuniendo cada domingo para celebrar una de esas comilonas. Pero añadimos el factor de que cada uno debía cocinar una vez, postres incluidos. Algunos ya lo tenían más por la mano, otros tuvimos que aprender poco a poco. Pero creo que fue el mayor homenaje que le pudimos dar. Y a mí se me ocurrió que quería compartir esas recetas y momentos. Transformar o llevar la falta de alguien con energía nueva.
Normalmente esta es una historia que cuento sobre el origen de este lugar y un par de amigos me animaron a compartirla. Y pensé, si a mí me encanta saber del origen de otras historias, tal vez es bonito compartir esta.
Bon profit! Y espero que la comida también se convierta en una buena excusa de celebrar.