Siempre me ha gustado saber como han sido los comienzos de las historias, que la gente me los cuente. Nunca te puedes llegar a imaginar de donde salió algo o como alguien llegó a eso. Normalmente son inesperados, accidentales o se estaban gestando sin ni siquiera sospecharlo, sin saber que uno iba a llegar a allí (bonito), y a mí esa sensación de no saber como vas a acabar el año me encanta (dulces sorpresas ocurren), los que me conocen ya saben que normalmente suele ser de una forma bien distinta a como lo empecé. Uno puede tomarse eso con angustia o con alegría por no saber cuales serán las sorpresas, yo normalmente me decanto por la segunda.
Pues a mí me ocurrió algo parecido con este blog. Sí que sabía porque lo empezaba, pero que iba a continuar durante estos tres años y que iba a cocinar, aprender y disfrutar tanto, pues no.
Mi madre cocinaba de una forma espectacular y de allí se cultivó el gusto de toda la familia por la comida, las grandes comilonas y disfrutarlas. Comer se convirtió en algo que acompañaba todos los buenos momentos con sus recetas.
Cuando ya no estuvo nos seguimos reuniendo cada domingo para celebrar una de esas comilonas. Pero añadimos el factor de que cada uno debía cocinar una vez, postres incluidos. Algunos ya lo tenían más por la mano, otros tuvimos que aprender poco a poco. Pero creo que fue el mayor homenaje que le pudimos dar. Y a mí se me ocurrió que quería compartir esas recetas y momentos. Transformar o llevar la falta de alguien con energía nueva.
Normalmente esta es una historia que cuento sobre el origen de este lugar y un par de amigos me animaron a compartirla. Y pensé, si a mí me encanta saber del origen de otras historias, tal vez es bonito compartir esta.
Bon profit! Y espero que la comida también se convierta en una buena excusa de celebrar.
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