Jengibre y canela son dos
aromas que siempre me han gustado, creo que podría hundirme en un vaso a
rebosar de ellos e hibernar unos meses. Últimamente estoy pensado en el
concepto de "déjà vu". A mi los olores y los sabores me provocan
poder recordar otras situaciones, me transportan, no sé si lo podríamos definir
exactamente como un déjà vu pero es esa sensación de poder viajar en el tiempo
y que como un regalo vuelves a experimentar aquello que ya viviste y lo que te
provocó. Y que bonito es experimentarlo o que doloroso es a veces también.
Porque el peligro de que algo nos transporte a algo ya vivido es llegar a
confundirlo con lo pasado y no con lo presente. Así que uno tiene que mantener
los sentidos lo suficientemente despiertos como para poder diferenciar lo que
la canela y el jengibre nos hizo vivir y lo que ahora nos provoca, que cada
experiencia siempre es distinta.
Y yo estas galletas ya las
he hecho varias veces con distintas recetas, me pasa un poco como con la tarta
de zanahoria, buscando el sabor y textura que soñé.
Esta receta, para no perder
la tradición es de mi libro preferido "Breakfast, Lunch, Tea" de Rose
Bakery.
Sencilla, sencilla y
perfecta para hacer con mucho amor en un fin de semana lluvioso que parecía no
tener fin.
125 gr de mantequilla sin
sal (uno de los secretos de esta receta es comprar una buena mantequilla,
invertir en ella)
90 gr de azúcar moreno
1 huevo batido
370 gr de harina
1 cucharadita de
bicarbonato de soda
1/2 cucharadita de sal
1 cucharada grande de
jengibre en polvo
1 cucharada grande de
canela en polvo
¿Y como quedaron? Pues
distintas, deliciosas y únicas.
Bon profit!
Boníssimes!!!! <3 !!!!!
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