A veces sentimos la necesidad de nadar a contracorriente, otras de coger la fuerza de la corriente y avanzar a toda prisa y otras simplemente flotar, y dejar que la corriente te lleve y observar a donde te lleva y decidir si quieres ir. Te quedas en calma, sin luchar, relajada y dejas que tu cuerpo se meza tranquilamente, ya que en ese momento no sabes hacia donde vas pero a veces tampoco es tan importante saberlo, simplemente observas, no juzgas y no buscas, fluyes con el momento. Te dejas llevar.
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